viernes, 14 de agosto de 2009
Había un juego de ordenador, me lo dieron,uno de mis amigos me lo dio, él jugaba,dijo, es genial, deberías jugar,y lo hice, y lo era.
Lo copié del disquete que me dio para cualquiera, quería que todo el mundo lo jugara.Todo el mundo debería pasárselo así de bien.Lo envié por la red a tablones de anuncios pero principalmente se lo envié a todos mis amigos.
(Contacto personal. Así es como me lo habían dado a mí.)
Mis amigos eran como yo: a algunos les daban miedo los virus,alguien te daba un juego en un disquete y a la semana siguiente o en un viernes 13 te reformateaba el disco duro o te corrompía la memoria.Pero éste nunca lo hizo. Éste era segurísimo.
Empezaron a jugar:cuanto mejor juegas más difícil se vuelve el juego;quizá no ganes nunca, pero puedes llegar a ser bastante bueno.Yo soy bastante bueno.
Por supuesto que tengo que pasar mucho tiempo jugando.También lo pasan mis amigos. Y sus amigos.Y las personas que te encuentras, las ves,que andas por las autopistas viejas o hacen cola, lejos de sus ordenadores,lejos de las salas de juegos que surgieron de la noche a la mañana,pero que lo están jugando en su cabeza mientras tanto,combinando formas,cavilando sobre curvas, poniendo colores junto a colores,girando señales hacia secciones nuevas de la pantalla,escuchando la música.
Claro que sí, la gente piensa en él, pero sobre todo lo juega.Mi récord son dieciocho horas seguidas.40.012 puntos, 3 fanfarrias.
Juegas a pesar de las lágrimas, el dolor de muñeca, el hambre, después de un rato todo desaparece.Todo menos el juego, debería decir.
Ya no me queda sitio en la mente; sitio para otras cosas.Copiamos el juego, se lo dimos a nuestros amigos.Trasciende el lenguaje, ocupa nuestro tiempo,a veces creo que últimamente me olvido de cosas.
Me pregunto qué le pasó a la TV. Antes había TV.Me pregunto qué pasará cuando me quede sin comida enlatada.Me pregunto adónde ha ido toda la gente. Y entonces me doy cuenta de que,si soy lo bastante rápido, puedo poner un cuadrado negro junto a una línea roja,duplicarlo y hacerlos girar para que ambos desaparezcan,despejando el bloque izquierdo.para que suba una burbuja blanca…
(Así que ambos desaparecen.)
Y cuando la electricidad se apague para siempre entonceslo jugaré en la cabeza hasta que me muera.
Título original: VirusAutor: Neil Gaiman
miércoles, 5 de agosto de 2009
martes, 4 de agosto de 2009
Un joven jardinero persa dice a su pr?ncipe:
??S?lvame! Encontr? a la Muerte esta ma?ana. Me hizo un gesto de amenaza. Esta noche, por milagro, quisiera estar en Ispah?n.
El bondadoso pr?ncipe le presta sus caballos. Por la tarde, el pr?ncipe encuentra a la Muerte y le pregunta:
?Esta ma?ana, ?por qu? hiciste a nuestro jardinero un gesto de amenaza?
?No fue un gesto de amenaza ?le responde? sino un gesto de sorpresa. Pues lo ve?a lejos de Ispah?n esta ma?ana y debo tomarlo esta noche en Ispah?n.
Texto original: El Gesto de la Muerte
Autor: Jean Cocteau
lunes, 3 de agosto de 2009
Toqué las puertas de la risa y me burlaron. Pisé los adoquines, las esquirlas y las alfombras de unte quiero almidonado. Trepé los aposentos de la espuma, del miedo y del espanto. Me adentré. Anduve.Troté. Esquivé salté y me empujaron. Los verbos, los sujetos, los objetos (y el otoño, con sucrujiente cortina de hojas idas), cedieron, me abrieron paso hasta allá, al mismo fondo del olvido.
Olvido, creo que dije. Llamé. Grité. No respondieron mi llamado. Pienso que me senté (no lo recuerdo ahora, pero no importa), sobre una tarima de palabras, de versos, de jirones, de aliento. Unalfabeto adusto y ocre me desató de un tajo los zapatos. Me penetró hasta el metacarpio de las penas. Me hirió y sangró conmigo a la bartola, hasta el alba. Soñamos y, hechos carne y uña, dedo y llaga, despertamos ante el umbral impresionista de un sueño a campo abierto, luz del viento, una muchacha. Una muchacha loca y amplia, una muchacha ebria es el olvido. Una muchacha en mangas de camisa, desmadejando al aire negrísimos cabellos, trotando manisuelta por las sórdidas melenas de la tarde. Una muchacha triste, con ojos de aguaclara y despoblada, con música, con góndolas, con labios y amapolas, dramática, sinfónica, mordaz. Una muchacha lúdica, pálida como una lámpara en el baldío.
Una muchacha púb(l)ica, coral, sola y difusa, y el olvido. Permiso, dije para entrar, y entré al
olvido. Abracé a la muchacha. Mondé el poema por su esquina más dúctil y lo engullí. Era un poema fibroso, carnal, de jugos transeúntes y embriagantes, tan limpio como el fuego. Metálico, frutal. Un poema lavado de recuerdos, óptimo para el olvido. Había perdido la memoria en un recodo del camino. Era un poema erecto, viril, con su guitarra blasonada de silencios, con la alegría rota en un falsete y la tristeza muerta y desolada. Un poema desnudo, como la muchacha en mangas de camisa. Un poema sin nombre, como todos los hombres.
Estoy dentro -dije- y no me salgo. Enciendo de mis pipas la más bella, la de espumas de mar, y te invito a que entres y te sientes. Toca. Palpa. Desnuda a la muchacha. Restriégate el poema por el iris, por las carnes. Te invito: entra al olvido, no hacen falta artimañas. Aquí, plácido el poema, con toda la piel poblada de amarguras, latiendo en carne viva, te invita a sentar reales. Ven, no te acobardes. Oye al olvido, diciendo el nombre de las cosas por su nombre. Contándonos su historia sin historia. Y Heráclito, su fuego, los puentes y los gatos y los pasadizos. El hombre olvida. El poeta olvida. El amigo. Toda una geografía que palpita a borbotones, mentando madres, diciendo amor como bazooka, ardiendo en llamas de ternura, óyelo. No es un paisaje acompasado y mustio. No es un cassette para colección. Es más......olvida, ya no podrás salir. Eché las siete llaves del olvido.
René Rodríguez Soriano
Santo Domingo
República Dominicana