martes, 9 de febrero de 2010

Lagrimas


Mi habitacion en La Habana , daba a un patio interior que tenia mucha resonancia.
El ama de casa me advirtio que a la media noche oiria el orgasmo de la mulata
del primero derecha; luego, al amanecer, me despertaria el canto de una docena
de gallos que los vecinos criaban en las terrazas y enseguida,abajo en el solar,
comenzaria a llorar Camilito, el hijo de la negra Teresa.
Todo se producia segun lo esperado cada noche, aunque el llanto del niño
parecia no tener fin despues de que empezaba a llorar despues de que
cantaran los gallos. Camilito berreaba sin parar,
a veces se encanaba y al quedarse mas de un minuto sin respiracion
yo creia lleno de angustia que habia muerto, pero ese silencio solo era
un punto de apoyo para redoblar el sollozo con mas fuerza todabia.
En medio de su berrinche , que podia durar una hora o mas , se oia la
voz de la negra Teresa, que decia: "Camilito , mi amol, que te paaasa".
Al final el niño conseguia ser atendido y su llanto habia tenido un sentido.
Los bebes lloran como un mecanismo de defensa cuando siente hambre,
sed, frio, calor u otra molestia.Basta un minimo problema, el biberon, el chupete,
los pañales , para que el bebe llame la atencion. Madres amorosas, niñeras solicitas,
criadas cariñosas o enfermeras profesionales acuden a la cuna tan pronto como
oyen que un niño mimado emite el primer vagido. Camilito lograba que su
madre le atendiera despues de desgañitarse durante una hora seguida; muchos
niños afortunados lo consiguen en menos de un minuto, pero hay millones de
niños que no obtienen nunca ni una cosa ni la otra. En el campamento de refugiados
ruandeses en Tanzania me di cuenta de que los niños no lloraban. Solo miraban
fijamente a sus madres.Un medico m explico que alli los niños no
lloraban porque su cerebro ya habia codificado a traves de su larga miseria
heredada que el llanto no les servia de nada . El dolor estaba asimilado al silencio.
En la tragedia de Haiti se ha visto en una foto famosa al bombero Oscar Vega con un
niño de dos años en brazos, rescatado de los escombros. El niño tiene lagrimas en los
ojos, pero tampoco llora. Sin duda ha aprendido bien la leccion, mucho antes de nacer.
Sabe que al final del llanto no hay nada ni nadie. Solo parece asombrado de seguir vivo.
Manuel Vicent 24/01/2010
El pais.com

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